Tener un propósito
claro. Todos los miembros del equipo deben saber exactamente cuál es el
objetivo a alcanzar. Así sabrán cómo pueden contribuir al logro del objetivo y
podrán focalizar su energía y trabajo en ello.
Tener una comunicación efectiva hacia
adentro y hacia afuera. Un intercambio ágil de la información permite
asegurar que se adoptarán oportunamente las decisiones correctas y no existirán
dudas en los miembros del equipo respecto a qué deben hacer, cuándo, cómo y por
qué.
Voluntad de
aprender de los demás. Todo proyecto es una inciativa única. Por ello es importante que los
integrantes del equipo tengan voluntad de aprender nuevas técnicas o métodos
para ser aplicados en el proyecto. Sino, existirá la tendencia a repetir
métodos de trabajo ya conocidos, los cuales no necesariamente serán los mejores.
Participación en el grupo. Para que
los miembros del equipo del proyecto se perciban como parte de éste, es
fundamental que cada uno de ellos tenga una participación activa: los miembros
del equipo no solo deben tener tareas específicas a realizar, sino que deben
sentirse involucrados en la discusión de los problemas y en las decisiones que
se adopten.
Orientación a la solución de
problemas. La dinámica del equipo debe tener una orientación a la solución
de problemas y no a la búsqueda de culpables. Esto genera un ambiente de
solidaridad y confianza que contribuye significativamente a la motivación de
los miembros del equipo. Que ello ocurra depende fundamentalmente del estilo de
liderazgo del gerente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario