El
patinaje se remonta a los tiempos en que hombres y mujeres ataban a sus pies
huesos de animales para deslizarse con ellos sobre el hielo y poder cruzar
lagos y ríos congelados durante el invierno.
La
invención del primer par de patines se le atribuye al belga Joseph Merlín,
fabricante de instrumentos musicales, quien en mayo de 1770 decidió entrar a
una fiesta de disfraces tocando violín y patinando sobre unas botas a las
cuales les había adaptado ruedas de metal. Sin saber conducir los patines, ni
cómo detenerse, fue a parar al final del salón, rompiendo un valioso espejo, el
violín y lastimándose.
En
1823 Robert John Tyers patento el modelo llamado por él “rolito”, que consistía
en 5 ruedas fijas en línea que podían ser agarradas a zapatos, botas u otros
elementos que cubrieran el pie, pero fue en Alemania en donde se hizo
verdaderamente popular.
En
1863, James Leonar Plimpton decidió colocar las ruedas sobre suspensiones de
goma y así fue posible maniobrar el patín en las curvas. Es de anotar que estos
patines tenían dos pares de ruedas paralelas siendo muy superiores a todos los
inventados hasta el momento.
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